Cada día es más frecuente que los adultos que no tuvieron o no quisieron arreglarse los dientes de pequeños acudan a nuestra consulta con el objetivo de mejorar su estética. En muchos de esos casos necesitamos colocar los dientes y la técnica de referencia para esto en nuestra clínica es Invisalign. Dado que mucha gente no está familiarizada con el proceso, voy a intentar explicar en qué consiste y cuál es el protocolo que nosotros utilizamos.
Por un lado, es muy importante que el doctor que realiza el tratamiento tenga experiencia con dicha técnica, de lo contrario los dientes no se moverán según lo deseado. Cuando nosotros tratamos a un paciente, el primer día tomamos registros mediante fotografías, medidas y radiografías. Con estas tres cosas hacemos un diagnóstico y elaboramos un plan de tratamiento que le explicamos al paciente en una segunda cita. Si el paciente nos da el visto bueno, ese mismo día tomamos unos registros intrabucales mucho más precisos para mandarlos a EEUU y que se monten ambos maxilares virtualmente en tres dimensiones.
Es en este momento cuando empiezo a diseñar el plan de tratamiento que tengo pensado para el paciente y le empiezo a dar las instrucciones necesarias a Invisalign. Aquí la experiencia es un grado, y por eso ser “Gold Providers” de Invisalign (haber realizado más de 40 casos en el último año) es una garantía de experiencia. En julio de 2018, esperamos alcanzar la categoría de “Platinum Providers”, siendo los únicos en Salamanca en tener dicha distinción.
Si el odontólogo deja que los técnicos de Invisalign le diseñen los casos, jamás llegará al éxito en los tratamientos, ya que ellos son técnicos y no ortodoncistas cualificados y necesitan de las instrucciones de un dentista para poder escoger la opción correcta. Una vez que hemos terminado de ajustar todos los parámetros para el correcto posicionamiento de los dientes, el odontólogo les da el visto bueno para que empiecen a fabricar los alineadores.
En función de la complejidad del caso, el paciente tendrá más o menos alineadores. Estos alineadores son de un material termoplástico transparente y son individualizados para cada paciente. Cada 7-15 días dependiendo del caso, se van cambiando; de esta manera nunca les da tiempo a deteriorarse, por lo que apenas se aprecia que el paciente los lleva puestos.
Los alineadores hay que llevarlos todo el día puestos y sólo se quitan las horas de las comidas. Aproximadamente hay que llevarlos 22 horas diarias; eso no quita que si uno tiene un evento o una cena con amigos, se puede considerar, en días puntuales, rebajar considerablemente ese número de horas. Al poder quitarlo de la boca, tiene la ventaja de que ofrece una mejor higiene, ya que no hay nada que impida (los “brackets” convencionales sí lo hacen) una limpieza correcta. Además ofrece la facilidad de no poner ningún tipo de restricción a la hora de comer alimentos más consistentes (jeta, marisco, bocadillos, etc…).
Cuando el paciente ha llevado todos los alineadores, volvemos a repetir el proceso de tomar otra vez todos los registros para retocar pequeños detalles que no hayan quedado bien, pudiéndose repetir este proceso de refinamiento el número de veces que se quiera hasta conseguir el resultado deseado.